Nuestras instalaciones

Descartado un primer emplazamiento en las casas del fundador, la primera Junta de su Patronato, después de desestimar varios proyectos, acordó en 1689 la compra de un edificio para la instalación del nuevo Colegio. Sería la denominada “Casa Grande” propiedad en esa fecha de la Condesa de Cabra.

La “Casa Grande”, era junto a la antigua Ermita de Santa Ana, el único edificio importante en esta zona de Cabra en el siglo XVI. La habría mandado construir a finales de siglo don Luis Fernández de Córdoba y Aragón, VIII Conde de Cabra, quien a su vez la vendería en 1612 al doctor Gerónimo de Leyva, junto con un solar, bodegas y sótanos que aún se conservan.

La venta se haría el 11 de junio de 1612 y el comprador Gerónimo de Leyva, canónigo de la Catedral de Sevilla, le añadiría varias casas en 1613 y le labraría su portada y la legaría en testamento a la Compañía de Jesús para un colegio de dicha Orden.

Sin embargo, los jesuitas, llegado el momento no se decidieron a instalarse aquí y a principios del año 1670, el P. Juan Beltrán, religioso del Colegio de la Compañía de Jesús de Montilla, con poder de su provincial, venderá al XI Conde de Cabra, Francisco María Fernández de Córdoba, el referido edificio por 12.000 reales que se pagaron en monedas de oro y plata.

A la muerte del Conde de Cabra, que murió sin descendencia, su mujer doña Leonor Moscoso y Rojas, condesa de Cabra, venderá a Juan Andrés de Aguilar y Aranda, administrador y patrono de la Fundación de Aguilar y Eslava, la “Casa Grande”, por el precio de 3.000 ducados.

De aquel edificio del siglo XVII destaca la portada de su puerta principal realizada en el conocido «mármol rojo de Cabra», caliza nodulosa extraída de su Sierra, y en mármol o jaspe negro de la zona de Carcabuey-Rute. Sobria en su diseño es de vano adintelado con un orden de cuatro columnas pareadas y balcón superior con frontón partido y curvo flanqueado por blasones posteriores de la casa de Aguilar y Aranda que, junto al remate de hornacina con la talla en piedra de la Inmaculada Concepción, son aportaciones realizadas en el año 1694 por la propia Fundación de Aguilar y Eslava.

Su construcción data de 1613, es obra del maestro de cantería Luis González Bailén y está considerada como uno de los principales exponentes de arquitectura civil en piedra de nuestra ciudad y una de las obras más significativas de la aportación de los mármoles polícromos egabrenses al Barroco en Andalucía.

En cuanto a mejoras realizadas en el edificio del Antiguo Real Colegio, hay que citar la ampliación con la compra de tres casas y un corral, colindantes entre 1767 y 1818. Y como en 1819, el entonces rector de este Colegio D. Francisco de Paula Jiménez y Vida, en su deseo de dotarlo de mayor prestigio, construyó la crujía de la calle Santa Ana con su prolongación de más de 40 metros que supuso un desahogo considerable para el Colegio, que pudo admitir mayor número de colegiales internos.

De 1863 a 1875, bajo la dirección de Antonio José Domínguez, se llevaron a cabo importantes obras: como el embaldosado del vestíbulo, el patio de columnas y su claustro con piedra sipia o jaspón, se sustituyó la puerta de entrada por la actual, se reconstruyó la escalera principal con finos jaspes “que se producen en las célebres canteras de esta localidad”, se pintó la bóveda de la misma y se reformó el tejado que la cubre, se cerraron con puertas de cristal los doce grandes arcos del claustro principal y se colocó la puerta de entrada de rejería.

Siendo director del centro Luis Herrera y Robles (1875-1886), se construye la fachada de la calle del Instituto (hoy Pepita Jiménez) con grandes ventanales y rejas de forma que se podía ver a través de ellos el Jardín Botánico, que amplió sobre el solar de parte de dos casas contiguas compradas al efecto. Se derribó el cuerpo ruinoso destinado a Secretaría que se trasladó a las dependencias que siempre había ocupado la Cocina. Se cambiaron los suelos de todo el piso principal y crujía baja, tanto en habitaciones como como galerías reemplazando el pavimento antiguo de yeso por un nuevo suelo (más de 800 m2) de baldosas blancas y rojas procedentes de la Cartuja de Sevilla. Y además se levantó un nuevo cuerpo arquitectónico para comedor (planta baja), gabinetes de Física, Química e Historia Natural (planta primera) y dormitorios para colegiales en planta segunda en la parte del edifico que daba a la calle Santa Ana.

En 1870, el Instituto de Cabra se elevaría a la categoría de Instituto de 1ª clase, a la misma categoría que los de Madrid se dice en las actas. Y en 1877, el rey Alfonso XII lo declara Instituto Provincial, incorporándose al mismo, alumnos de los colegios de los pueblos limítrofes.

En la primera mitad de siglo XX se siguen las mejoras y ampliaciones del edificio. Siendo Rafael Lama Leña, director del Centro se construye la segunda planta sobre la antigua dirección con una prolongación en dirección a la calle Pepita Jiménez como galería de internos.

En el curso 1912-1913, se decora el Patio de Cristales con azulejos polícromos en cuerda seca de lacería árabe obra del ceramista trianero Manuel Ramos Rejano y se reforma interiormente las paredes del patio dándole la misma altura.

En diciembre de 1931, bajo la dirección de Ángel Cruz Rueda, que sucedería al reconocido director Manuel González Meneses, se instalará la magnífica vidriera artística de este Patio de Cristales obra de Hermanos Maumejean, y se colocan las barandas existentes en los intercolumnios del piso principal.

En 1973, estando en la dirección del centro, José Diez García, se cierra definitivamente el internado (residencia escolar) del Real Colegio y se reforma la parte del edificio que ocupaba. Con aquella gran reforma de los años 70 desaparecía el viejo colegio con sus dependencias: comedores, cocinas, almacenes… desaparecía la Capilla y también los dormitorios, salas de estudios y demás dependencias colegiales, que se convertirían en nuevas aulas, dependencias o en desvanes, que fueron degradándose con el paso de los años.

La memoria de actividades y de gestión económica de 1974 la recoge así: “El edificio del Real Colegio está ocupado en más de su mitad por el Instituto Nacional de Bachillerato de Cabra; en virtud de cesión del uso al estado por el Patronato cuando se creó el Instituto nacional de Enseñanza media…”.

Como centro educativo, en el último tercio de siglo XX, pasó en los años 80 al ámbito de la Comunidad Autónoma de Andalucía, donde actualmente se integra como Instituto de Educación Secundaria.

La mayoría de las intervenciones arquitectónicas de esos años se limitarían a obras de mantenimiento. Y a principios de los años 90, se desarrollaría un debate a nivel administrativo y político sobre la necesidad de su reforma, ampliación incluso de su desaparición.

Afortunadamente, la administración educativa, con el concurso de autoridades locales, Fundación y nuestra comunidad educativa, finalmente apostó por su remodelación y reforma, si bien para hacer realidad este proyecto hubo que esperar más de 20 años.

Mientras tanto fue despertando un interés cada vez mayor por la conservación, recuperación y divulgación del patrimonio documental, científico y educativo de aquellos viejos centros educativos, los llamados INSTITUTOS HISTÓRICOS.

Por fin, a finales de 2012, la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, a través del Ente Público Andaluz de Infraestructuras y Servicios Educativos (ISE Andalucía), adjudicaba las obras de adaptación y reforma del Instituto de Educación Secundaria Aguilar y Eslava a la empresa CANVAL, S.A.

Se hacía realidad un proyecto redactado meses antes por el arquitecto granadino Carlos Reglero Campos y su equipo técnico, que contó desde el primer día con la colaboración del equipo directivo del Aguilar y Eslava y cuyos resultados son un nuevo y moderno aulario perfectamente equipado para la educación actual e integrado entre los viejos muros de su histórico edificio.

Del edificio histórico del Instituto se conserva el armonioso patio claustral con dos plantas y doble arcada sobre columnas toscanas, y denominado “Patio de Cristales” por la montera de vidriería decorada que la cubre. Este patio porticado se utiliza tradicionalmente para distintos actos académicos, conciertos, conferencias y exposiciones. Alrededor de este espacio se encuentran las principales dependencias históricas como la Dirección, Secretaría, Biblioteca, Museo, aula de Agricultura, de Geografía, de Matemáticas, el gabinete de Física y Química, Salas de Profesores, Archivo, Jefatura de Estudios y algunas aulas específicas (informática/ Ciclo).

Así pues, las instalaciones del I.E.S. Aguilar y Eslava conservan sus trazas nobles e históricas, pero remodeladas y renovadas en su arquitectura interior. Con nuevas dependencias, más funcionales, modernas y espaciosas. Con una nueva dotación escolar acorde a los nuevos tiempos y, lo más importante: con toda su comunidad educativa, ilusionada y dispuesta a afrontar el futuro con todas sus consecuencias.